Gritamos juntas

El otro día, mientras avanzaba a buen ritmo por uno de los muchos pasillos kilométricos de la estación de metro de Nuevos Ministerios, oí a lo lejos a una chica que gritaba "¡Eh, tú, devuélveme el móvil! ¡Que me devuelvas el móvil!". Fui aminorando hasta que paré porque no estaba 100% segura de que fuera en serio y no una broma entre gente de una misma pandilla, pero entonces apareció ya la chica en nuestro pasillo gritándole a un hombre que iba varios metros por delante y que parecía que pasaba un poco del tema, como si intentara dejar atrás a un voluntario de una ONG especialmente pesado.

La chica seguía gritando "¡Que me devuelvas el móvil! ¡Mi padre es guardia civil! ¿Me oyes?". Y supongo que ahí le entró la duda de si además de oírle le entendía, porque empezó a repetir lo mismo pero en inglés. En este punto la chica ya casi lo había alcanzado y de frente estaba yo y como mínimo otra persona que también se había parado, y como no debía de querer lío, con cara mezcla de asco y de cansancio infinito, como si alguien le hubiera despertado de la siesta para una tontería, se sacó el móvil del bolsillo y se lo dio. Pero de verdad que no os podéis imaginar la cara de hastío del hombre. Le faltó decirle "Ahí lo tienes, cansina". Ya podía dejar de dar la lata la mujer, que mira que hay gente maniática... ¡si él sólo le había robado el móvil!

La chica cogió el móvil y ya todo el mundo empezó a andar otra vez* y cuando miró hacia atrás, supongo que para ver que el otro no la seguía, le dije algo como "Vaya tela, ¿no?" Y ella me dijo que la había avisado un señor de que este hombre le había cogido el móvil y ella había empezado a perseguirlo**. Yo le dije que la había oído a lo lejos y me había parado por si necesitaba ayuda, ella me lo agradeció y las dos seguimos cada una por su lado. Pero claro, aunque ella me lo agradeció... en el momento en que dije en voz alta "me paré por si necesitabas ayuda" me sonó infinitamente ridículo, porque no se me ocurría cómo iba a ser yo de mucha ayuda en un robo.

Un par de semanas después, me tuve que quedar en la oficina pasada la hora del cierre porque un cliente nos había pedido que esperásemos porque estaba a punto de llegar*** y le dije a la compañera que se queda normalmente que me daba igual quedarme a mí, que además era la que tenía las llaves para cerrar. Cuando vio que se iba todo el mundo, otra compañera insistió en quedarse para que no me quedara yo sola y porque también tenía cosas que hacer en su puesto. Cuando estábamos ya cerrando para irnos, me reconoció que no tenía nada urgente o pendiente en su puesto, que se había quedado sólo para que yo no me quedara sola en la oficina: "Porque no tienes por qué quedarte sola aquí, que no sabes quién viene, a lo mejor es un chiflado. Aunque, claro... ahora que lo pienso... si hubiera sido alguien peligroso tampoco sé qué podría haber hecho yo para ayudar.... Pero bueno, si lo único que puedo hacer es gritar... ¡por lo menos gritamos juntas!".

Y estando al otro lado de la oferta aparentemente ridícula de quedarte aunque solo sea para gritar más fuerte... pues sí, nos quedamos y gritamos juntas.




*El cansado de la vida al que la gente no le dejaba robar en paz siguió en dirección contraria, supongo que en busca de escaleras mecánicas o alguien que lo llevara en brazos a su guarida de ladrón para que pudiera seguir robando pero por internet, desde su sofá y sin gente pesada gritando.

**También me dijo que su padre no era guardia civil, que se lo había inventado, a lo que le respondí que muy bien. Porque a lo mejor el villano de la historia es el ladrón de móviles y no la persona que miente para intentar recuperarlo.

***Siempre están a punto de llegar y siempre son "solo 5 minutos". 20 minutos tarde, salimos.

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