El portabokata

Yo soy de esas personas que se van a comprar algo muertas de hambre antes de comer y acaban pasándose una hora en la sección de "La vuelta al cole" del hipermercado. ¿Quién puede pensar en comer cuando hay tinta de colores para plumas? ¡DE COLORES!

Pero en mi última visita a la sección de papelería de Alcampo también vi drama. Y eso que yo estoy acostumbrada a los dramas de supermercado, presencié un acto de violencia cajera, vi el encarcelamiento de una mayonesa peligrosa y oí conversaciones que daban miedo...  pero lo que más me impactó esta vez fue un drama que aún no había tenido lugar. El drama del portabokata.

Es que, vamos a ver.... ¡este año hay niños que empezaron el curso con un portabokata en la mochila! Un portabokata. Con k de kilo, además, como los kilos de collejas que les van a caer. O peor, "portabatakazos"... ¡porque el portabokatas es un tubo de plástico duro! Es decir, no sólo se pueden reír de ti porque llevas el bocadillo en un tubo de plástico, sino que te pueden pegar con él. Señoras madres, si el papel albal y las servilletas no les parecen suficiente protección, metan el bocadillo en un tupper, que están tan de moda, pero no en algo que se llama portabokata. Es como mandar al niño al colegio con una FiAmBrEr@. Las fiambreras no molan. Las fiambreras no tienen que molar. Son fiambreras.



Nota: a todo esto, mi fiambrera de las excursiones sí que molaba, pero es la única del mundo y no tenía un nombre inventado por un departamento de márketing.

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