La vuelta a casa

Es jueves. Salgo del cine y me dirijo a casa pensando que Madrid no puede ser un lugar tan horrible cuando tiene cines en versión original.

Me gustó la película y estoy de buen humor, así que empiezo a pensar en la suerte que tengo de que mi cine esté en un lugar tan céntrico y tan cerca del metro, de que en Madrid haya gente por la calle a estas horas un jueves y de que mi piso esté más cerca del metro que el anterior. Subidón post-cine on.

Y entonces, unas paradas antes de llegar, miro mi reflejo en la puerta del vagón y me sorprendo pensando "esta falda de día sí, pero para volver a casa sola de noche a lo mejor es un poco corta". Y me doy cuenta de que ya tengo desde hace un rato las llaves preparadas en la mano y de que llevo unas cuantas paradas recordándome a mí misma que al salir del metro vuelva a casa por la calle principal, no por el camino de siempre. Así que se me ocurre que, no sé, a lo mejor alegrarte porque puedes volver sola a casa sin pasar miedo* es tener el listón un poco bajo. Adiós subidón.


*El otro día le dije a mi madre que mi mejor recuerdo de mi estancia en Bruselas es no haber amanecido muerta en una cuneta, pero luego me acordé de que venden gofres y cucuruchos de patatas fritas en la calle.

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