El busero estresado

Hay desconocidos que te alegran el día con pequeños detalles: un gesto amable, una sonrisa, un buenos días... Y después está la gente que tiene una nube negra sobrevolándole la cabeza y está viendo a ver si se la pega a otro. Es el caso del busero que pasa a las 15:30 por mi parada cuando vuelvo a la oficina.

Está estresado y estresa. Un día le voy a preguntar si le dan un premio por cada segundo que ahorra. En su cabeza él se debe de ver llegando al final de su ruta, atravesando una meta marcada con un lazo y gente tirando al aire flores y champán. Pero lo que yo veo es un cenizo al que le va a explotar un ojo si alguien tarda más de 3 segundos en cruzar la puerta de entrada.

La primera vez que me fijé en él fue amor a primera vista. Yo estaba detrás de una señora, esperando para subir, y él me dijo "¿Subes o qué?". Automáticamente le miré con una cara de "You talkin' to me?" que me río yo de de Niro. Y el valiente miró para otro lado. Pero a mí ya me dejó de mal humor.

"¿Subes o qué?". Claro, tonta de mí, esperar a que subiera la señora en vez de saltarla al potro. La próxima vez tengo varias ideas:
-Entrar a lo ninja dando una voltereta en cuanto se empiece a abrir la puerta.
-Entrar de golpe y empotrarme contra su cristal.
-Tumbar la puerta con un ariete, para que no pierda el tiempo abriéndola.
-Empezar a llamar a la puerta antes de que se abra, a lo Sheldon: "Sr Busero, toc-toc-toc, Sr Busero, toc-toc-toc". Esto ya sé que le molesta, porque una señora una vez hizo toc-toc con el mango de un paraguas en la puerta y casi se queda afónico gritándole a la señora. Vamos, que yo creo que la dejó subir sólo para poder echarle la bronca.
-Y lo del potro. Definitivamente, debería entrar saltando una señora al potro. Que en mi barrio hay muchas señoras bajitas.


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