El sorteo del Alsa

Nos quejamos de las compañías cutres como Ryanair. Pero Ryanair no te engaña: cuando compras un billete sabes que te espera un servicio cutre, un avión cutre y cancelaciones y cambios de horario de última hora. A mí lo que me molesta es que compres un billete de una compañía, léase Alsa, y por el mismo precio te vayas con otra, léase Epsa o Canito (¿?).

Es muy práctico, además, porque cuando llega tu bus naranja y blanco tú, que estás esperando uno azul y gris, ni te enteras. Así que para la próxima te dedicas a ver el destino de los autobuses de todos los colores mientras arrastras una maleta que pesa más que tú.

Me da igual que me lo cambien por un bus parecido, pero que me manden en una lata de sardinas atravesando el país toda la noche no me hace especial ilusión. Normalmente soy una exagerada, pero tengo 50 testigos. En serio, cuando abrí los ojos tenía el asiento de la chica de delante a 10 cm de la nariz. Al parecer hubo una reacción en cadena, alguien de las primeras filas decidió echar el asiento para atrás y como era imposible vivir con el asiento derecho el de atrás se reclinó y el de atrás, y el de atrás... Yo como soy muy cabezona no recliné el mío, prefiero espachurrada que maleducada! Porque, en serio, el primero que decidió espachurrar al vecino sabiendo que ya veníamos espachurrados de más estuvo fino...

El sorteo del Alsa también puede funcionar a la inversa. Por ejemplo, te dicen que el bus 223 te lleva al centro comercial y tú te esperas un bus con asientos de plástico enfrentados. Pero te encuentras con un Alsa, que es mullidito y tiene cinturón, pero NO avisa las paradas y te pasas y acabas en Alcalá de Henares pensando si tendrás dinero para volver. No se pasa bien. Afortunadamente siempre hay una Caja de Burgos cerca.

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