Haciendo amigos por la calle

Hoy al salir del metro viniendo para comer, un grupito que estaba en una terraza me empezó a gritar algo. Yo iba con los cascos y pasé muy mucho del tema, pero cuando pasé al lado de la mesa uno de los chicos que estaba haciendo aspavientos me dio un pequeño tirón de la cazadora que llevaba en la mano, como para llamarme la atención y yo tiré de la cazadora y suprimí por poco el impulso de darle un codazo en la cabeza*.

Y seguí hacia casa acordándome de toda su familia y de la familia de los simpáticos de la terraza por la que pasaba antes y que siempre sentían la necesidad de dar algo de feedback:"¡Mírala qué seria va!" "¡Sonríe más!" Que voy yo en modo trabajadora amargada sin tiempo para comer y aquí la gente haciendo chistes mientras se rasca la barriga en una terraza.

Y nada, que sigo andando... y me entra la duda de si sería alguien que conozco y por eso insistía tanto. Y con esa duda sigo. Y seguiré.

De aquí lo que sacamos es 1) no se puede ser borde y a la vez tener miedo a quedar mal, hay que escoger y 2) si alguna vez me saludáis efusivamente cuando voy con las orejeras puestas, por favor, no me lo tengáis en cuenta cuando en un acto reflejo intente empujaros a la cuneta.



*Que suena un poco exagerado, pero es que la última vez que pasé de largo de gente que me gritaba acabé recibiendo un balonazo y unos hermosos insultos, así que cuando invaden mi espacio personal por la calle me pongo automáticamente en modo Xena la princesa guerrera.

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